En condiciones desventajosas, en Abya Yala subsisten al menos 550 lenguas originarias distintas, en un contexto de bilingüismo diglósico, que privilegia el uso del castellano o el portugués, y en algunos casos también del inglés, el francés y el neerlandés. Un sinnúmero de factores políticos, económicos, sociales y culturales, desde la invasión europea, inciden en el uso y desuso de las lenguas originarias, los cuales irónicamente se agudizaron con el advenimiento de la república. Por todo esto, se estima que más de un tercio de las lenguas originarias se encuentran en serio riesgo de silenciamiento, y todas estarían en mayor o menor grado de vulnerabilidad. Por el carácter eminentemente oral de los idiomas indígenas, su silenciamiento traería consigo la pérdida de un cúmulo de prácticas sociales, conocimientos, saberes y valores construidos por las sociedades indígenas a lo largo de siglos de interacción con el entorno natural y social desde paradigmas civilizatorios diferentes a los hegemónicos de origen europeo.
Esta sabiduría alternativa no siempre está escrita y se transmite intergeneracionalmente por vía oral, se reproduce y recrea en respuesta a los desafíos que enfrentan estas sociedades. De allí que la pérdida de sus lenguas conlleva el olvido de conocimientos, valores y prácticas que bien pueden resultar útiles en el manejo sustentable y sostenible de nuestro hábitat. La pérdida de estos otros mundos de significación implica además el empobrecimiento cognitivo, cultural social y hasta afectivo de nuestras sociedades y comprometen la diversidad cultural y lingüística que desde tiempos inmemoriales caracteriza a América Latina y el Caribe.
Partiendo de la premisa que la vitalidad de las lenguas no está disociada de las circunstancias materiales que afectan la vida de sus hablantes y que incluso condicionan su supervivencia, la Línea de Revitalización Cultural y Lingüística y Educación se plantea la co-construcción entre las comunidades lingüísticas amenazadas, académicos/as y activistas de estrategias para detener la progresiva erosión y silenciamiento de los idiomas originarios así como para fortalecerlos y potenciarlos; para con ello revitalizar y empoderar a los propios hablantes y a sus sociedades. Dado que sin hablantes no es posible hablar de lenguas originarias, el trabajo de la Línea trasciende la preocupación por los idiomas indígenas como tales para situarse más bien en un contexto de lenguas en sociedad o de las sociedades y sus lenguas; por lo que los derechos lingüísticos de los Pueblos Indígenas son vistos en relación indisoluble con otros derechos, y en suma con el fundamental derecho a una vida digna sostenible.
Esta Línea reflexiona sobre el devenir de las lenguas originarias en relación con la educación en su sentido amplio, donde lo escolar es una de las dimensiones, pero no la única. Por lo tanto, por un lado, focalizará su atención en todas aquellas situaciones pre y extraescolares, para contribuir a la recuperación de los modos naturales de adquirir lenguas como parte de la vida, y, por ende, a la reinserción de la transmisión intergeneracional con vistas a la recuperación de los lazos -cognitivos y afectivos-, hoy frágiles o quebradizos entre las distintas generaciones etarias de las comunidades indígenas y sus mayores. De otro lado, trabajar por fuera de la escuela obliga a la identificación de vías alternas que igualmente reinserten los idiomas originarios en el contexto y la contemporaneidad de sus hablantes (como, por ejemplo, los medios de comunicación, expresiones artísticas, espacios religiosos, aplicaciones para dispositivos electrónicos, etc.); con ello y gracias al protagonismo de los jóvenes se recuperaría y potenciaría la presencia de las lenguas indígenas en el mundo digital, el activismo político, literario y artístico en general, y, del mismo modo, se potenciarían prácticas socioculturales vinculadas con el quehacer cotidiano de las mujeres y hombres indígenas en la lucha contra el racismo, la discriminación y la lucha por sus derechos.
Coordinadores: Luis Enrique López (Fundación PROEIB Andes), Inge Sichra (Fundación PROEIB Andes, Bolivia), Ana Carolina Hecht (Universidad de Buenos Aires, Argentina), María do Socorro Pimentel da Silva, Elin Emilsson (Universidad Pedagógica Nacional, México), Elisa Loncón (Universidad de Santiago de Chile); Tulio Rojas (Universidad del Cauca, Colombia); Jesús Mario Girón (Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Colombia); Martha Elena Corrales (Universidad del Cauca, Colombia); Lilia Triviño Garzón (Universidad del Cauca, Colombia); Antonia Agreda (Ministerio de Cultura, Colombia); Rutselly Simarra (Instituto Manuel Zapata Olivella, Colombia), Mónica Medina, Silvia Hirsch, Marisa Censabella