Educación propia, Interculturalidad, oralidad y cultura escrita son categorías que envuelven una problemática que va más allá de los simples contenidos temáticos. La referencia a las lenguas en la enseñanza como primera lengua (L1), segunda lengua (L2), o al cómo y cuándo enseñar, constituye un entramado complejo que implica la comprensión de las realidades de convivencia en contacto o en conflicto. El diálogo intercultural, el sentido de las lenguas, la construcción de la identidad en la diversidad social y en un mundo global donde lo local se funde, otorgándole nuevos sentidos que retan a repensar esas fronteras entre lo local, regional, nacional, internacional global. Ya no se sostienen, en consecuencia, las dicotomías excluyentes hartamente tratadas, como homogeneidad / heterogeneidad, verticalidad / horizontalidad…
Todo conduce a pensar en términos de diversidad(es), variedades, lógicas, gramáticas, discursos y riquezas que se resisten, que son contestatarios, que pretenden sistematizar, ordenar e ir a los contextos y sus prácticas cotidianas socioculturales estructurantes, que definen a los sujetos en relación con sus mundos, interrelaciones e interdependencias presentes en ese fluir como espiral sinuoso de los marcadores identitarios que los determinan en el ser, estar, hacer, poder, sentir y convivir con otros en un territorio como espacio fundamental de pervivencia.
La educación sigue su gesta reivindicativa con la educación propia, en este momento, no sólo está asociada a los derechos ciudadanos, lingüísticos, territoriales, sino a todos los derechos modernos de acceso y manejo de las tecnologías, adelantos científicos, entre otros. En tal sentido, se siente como holograma que afecta y es afectado por el legado histórico, por el territorio y lo que allí está contenido y acontece, el contexto, historias compartidas, práctica de la oralidad, además de códigos, formatos y espacios de práctica de la escritura impuesta y de las nuevas formas de escrituralidad. En cuanto a la oralidad, ésta como estrategia de supervivencia de indígenas y afrodescendientes, es heredada y asimilada a lo educativo como “pedagogía de la palabra”. Todo esto permite que los contenidos se transmitan sin control de los poderes dominantes, independientes y del radio de acción de los canales formales.
Las pedagogías, filosofías, epistemologías se muestran, ya no como estrategias de supervivencia, sino como estrategias de reafirmación, transformación que permiten la vinculación de los contenidos desde las lógicas, las metodologías, los tiempos, de las culturas indígenas y afrodescendientes. Tales aspectos no son contradictorios con otras culturas dominantes, más bien se procuran canales de comprensión de estas lógicas en acercamiento y valoración para engranar conocimientos, generando una matriz de opinión favorable que, desde el reconocimiento, de la diversidad impulse el diálogo intercultural.
Esta mesa propone entonces la práctica reflexiva en torno a los siguientes aspectos:
- Discriminación y educación propia
- Educación propia: resistencia, negociación, reforzamiento de la autonomía
- Educación propia entre lo macro y micro dimensional (economía, política, culturas, educación.)
- Interculturalidad: diálogo, conflicto, sentidos y posiciones
- Investigación como proceso transversal comunitario – escolar de reconocimiento, comprensión y proyección
- Abordaje de las literaturas, las lenguas, las pedagogías, epistemologías propias en el currículo sociocomunitario
- Políticas y planificación lingüística educativa: entre poderes locales y foráneos
- Reafirmación de las prácticas de la oralidad, cultura escrita en el hacer escolar – comunitario
- Geopedagogías de la singularidad, la diferencia y la diversidad.
- Sistematización y documentación de las experiencias
- Democratización: participación en la construcción colectiva de conocimientos
- Formación de los actores (dirigentes, educadores, promotores, traductores, etc.)
Coordinan: Horacio Biord, José Lara Lara, Celia Betancourt, Thaiwanui Guillen Carriyo, María Isabel Ramírez, Luis Emilio Beltrán, Andrea Olmos, Antonio Carrillo, Mónica Veloso Borges (Universidade Federal de Goiás, Brasil), Fernando Garcés (Universidad Salesiana, Ecuador), Antonia Manresa (Universidad Andina, Ecuador), Alexis Oviedo (Universidad Andina, Ecuador), Martha Elena Corrales (Universidad del Cauca, Colombia; Jose Antonio Chavaco (Universidad Autónoma Indígena Intercultural, Colombia); Sabine Siguini (Universidad de Antioquia, Colombia), Orlando Sánchez y Leonor Acuña (Universidad de Buenos Aires, Argentina)